domingo, 22 de enero de 2012

El santo que decido no serlo.


Hace muchos años en una aldea de una parte de Asturias nació un niño, era un niño precioso, risueño y que causo sensación en la aldea ya que hacía muchos años que no nacía ningún niño.
El niño fue creciendo y todo el mundo que lo veía se llenaba de paz y de armonía, ese niño tenía una luz especial en su mirada. Su familia era una familia humilde que tenían que trabajar muchas horas al día para poder tener un plato que llevarse a la mesa.
Fueron pasando los años y aquel niño se convirtió en un muchacho esbelto, un poco delgado pero esa luz que desprendía continuaba acompañándole por donde fuera.
Un día su abuela ya anciana enfermo, no se podía levantar de la cama y como eran muy humildes no tenían ni para llamar al médico, el muchacho se puso muy triste y se sentó a los pies de la cama de su abuela decidido a pasar con ella los días que fuera necesario, en un momento que su abuela se despertó un poco le pidió un poco de agua ya que tenia la garganta muy reseca, el muchacho se acerco a su abuela con la misión de ayudarla a beber y cuando estaba cogiéndola por la cabeza para poder incorporarla y que bebiera su abuela comenzó a sentirse mejor, los dolores comenzaron a desaparecer por completo de su cuerpo y comenzó  a invadirla una sensación de paz que recorría todos los poros de su piel, se incorporo por completo y ella sola salió de la cama y le dio un inmenso abrazo a su nieto y grito milagro, me has curado, el muchacho no se podía creer lao que sus ojos estaban viendo, había curado a su abuela con solo tocarla, se miro incrédulo sus manos y se sonrió, pensó que quizás el amor que sentía hacia su abuela era lo que había producido el milagro.
Su abuela mientras se estaba vistiendo, tenía que ir a contar por toda la aldea el milagro que había realizado su nieto, muy orgullosa lo conto aquí y allá, la noticia recorrió rápidamente toda la región y comenzaron a llegar a la aldea personas enfermas de todos los alrededores.
El muchacho que era un ser muy bondadoso comenzó a poner sus manos sobre las cabezas de todos lo que hacia él se acercaran y uno tras otro se iban curando.
Pronto llego la noticia a las más altas esferas del clero y el propio Papa del momento se intereso por su caso.
El muchacho continuaba curando a todo aquel que se le acercara sin pedir nada a cambio incluso cuando intentaban darle un regalo por el milagro realizado, el lo rechazaba argumentando que si Dios le había dado ese don era para utilizarlo con todos los seres humanos que lo necesitaran, pero que no era par beneficiarse de dicho don.
Los milagros continuaban en aquella pequeña aldea y el Papa decidió que él quería conocer al muchacho en persona y que se lo trajeran ante él.
Rápidamente se puso en marcha una comitiva en busaca del muchacho para llevarlo ante el Papa.
Cuando esto se presentaron ante el muchacho y le dijeron que tenía que acompañarlos ya que su santidad lo requería, es muchacho les miro fijamente y dijo, si quiere verme o hablar con migo que se desplace hasta mi, al igual que hacen todos los enfermos que quieren que les cure, son ellos los que vienen hacia mi aldea y yo no voy a visitarlos ya que entre viaja y viaje perdería mucho tiempo y serian muchas personas a las que no podría curar, por lo tanto si me quiere ver que venga.
La comitiva del Papa muy contrariada y todo hay que decirlo incluso enfadada se dio media vuelta y regreso por donde había venido, cuando llegaron y le comentaron al Papa lo que el muchacho les había comentado se enfureció y dijo con grandes gritos, quien se cree ese muchacho como para despreciar venir a verme a mí, al Papa, cabreado se retiro a sus lujosos aposentos a meditar. Mientras tanto en joven muchacho dormía en su camastro de paja muy contento de estar haciendo felices a miles de personas y curándolas de todos los males.
El Papa por la mañana se levanto con una brillante idea que no podía dejar indiferente al  muchacho.
Llamo a todos los cardenales, obispos y a todo el que le quisiera escuchar para proclamar su brillante idea y comenzó a explicarla, la idea no era otra que ante tantos milagros que estaba haciendo el muchacho proclamarle santo, pero para ello solo había una condición y no era otra que el muchacho tenía que ir ante la presencia del Papa y este lo proclamaría santo. El Papa estaba muy orgulloso ya que creía que el ego del muchacho sería tan grande que no podría rechazar tan grande propuesta. Todos los que estaban en la reunión comenzaron a aplaudir al santo padre y a decirle que  gran idea había tenido. Se preparo todo para proclamar santo al muchacho y una comitiva aun mayor que la anterior se dirigió hacia la aldea.
El muchacho mientras tanto y ajeno a la que se le avecinaba continuaba poniendo sus manos en toda persona que se acercara para quitarle todos sus males.
Al fin la comitiva llego a la aldea y a golpe de tambor y bombo, cuando estaban delante del muchacho que continuaba en su placentera tarea, le dijeron, el papa te va a proclamar santo y ya está todo preparado tienes que acompañarnos y tu vida cambiara para siempre.
El muchacho miro fijamente al encargado de darle la noticia y le dijo, mira a tu alrededor y dime lo que ves.
El hombre un poco perdido ante esas palabras pero le izo caso al muchacho y miro a su alrededor y se dio cuenta de la magnitud que tenia dichos actos, ya que alrededor de la aldea había miles y miles de personas venidas de todas partes esperando a que el muchacho pudiera curarlas.
El muchacho entonces continuo hablando y dijo, yo soy una persona humilde, naci humilde, viví humildemente y humildemente quiero dejar este mundo cuando me toque, en el momento que acepte esa propuesta que tú me ofreces mi vida cambiara para peor, tendré que rendir pleitesía al Papa, tendré que asistir a actos oficiales, se me comenzaran a hacer figuras representándome llenas de oro y piedras preciosas que no me representaran para nada ya que yo en mi vida he visto o tocado nada de eso, las personas se olvidaran de lo que realmente hacia y se pondrán delante de esas figuras a suplicarme milagros y por ultimo mientras que voy y vengo de estos viajes, ¿Cuántas personas tendré que dejar de curar? Realmente vuestra propuesta no me interesa lo mas mínimo y así se lo podéis comunicar al santo padre, yo continuare mi tarea humildemente en mi aldea hasta que me llegue el día de no poder hacerlo más y ya para finalizar Dios me regalo este don, pero me lo regalo para que lo aprovechara al máximo curando a todas las personas que pudiera, no para que me recuerden cuando me vean representado en figuras que no me representan realmente y llenar de riquezas mis bolsillos, además creo que si hiciera eso Dios se enfadaría con migo y me retiraría tan preciado don.
El mensajero estaba de acuerdo con las palabras del muchacho pero por otra parte sabía que la ira del Papa ante ese rechazo podría ser brutal.
Cuando ya regresaron y le dijeron al Papa lo que les había respondido el muchacho, el Papa monto en cólera y dijo pues si no está a mi lado es que es mi enemigo y promulgo una ley en la que al muchacho se le descomulgaba directamente.
Cuando al muchacho le llego la noticia se rio, miro a las miles de personas y les dijo, yo os continuare curando por la gracias de Dios, pero que sepáis que la iglesia me ha dado la espalda.
Las personas comenzaron a gritar su nombre entre vítores, aplausos y canticos y continuaros esperando que el joven les curara.
Pasaron muchos años y un día el Papa se levanto sumamente enfermo y cuando todos los médicos fueron a verle todos coincidieron en que tenía los días contados a causa de su enfermedad.
Uno de los obispos más jóvenes le dijo al Papa, y ya que estas tan enfermo ¿podrías ir a ver al muchacho y que este te curara?
El Papa que era una persona muy soberbia dijo, jamás iré a verle.
Tras unos días el Papa murió entre tremendos dolores en su cama y fue sustituido por otro Papa nuevo y en ese momento se dejo de hablar de él, solo salía una pequeña reseña en los libros de historia que pronunciaba su nombre y su época de papado.
Cuando le llego la noticia al muchacho, este se puso triste, pero no dejo de realizar su tarea.
Al final de sus días y ya en su último suspiro y después de haber curado a millones de personas durante su larga vida, el muchacho pidió a su familia un favor y este no era otro que no le construyeran capillas ni nada que se le pareciera que le enterraran como el siempre había sido humilde y en su tumba solamente una cruz de madera. Su familia dijo que si y así se hizo.
Incluso después de muchos años las personas continuaban visitando aquella humilde tumba pero nadie dejaba nada, ni regalos, ni presentes, ni exvotos, todos sabían que el muchacho ya anciano cuando falleció no quería eso.
Mientras en un gran mausoleo lleno de mármol y piedras preciosas y con una figura de tamaño real descansaban los restos de aquel Papa tan arrogante y soberbio, pero con una diferencia, su tumba no la visito nunca nadie.

Santiastur2012




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