Era la primavera de
un año cualquiera cuando una pareja de águilas decido unir sus vidas y crear
una familia, se hicieron un nido precioso en un risco de un acantilado, estaban
muy orgullosos de su obra y se pusieron manos a la obra para tener una prole.
Pasaron unos días y la hembra de águila puso dos huevos a
cual más hermoso, el padre orgulloso revoloteaba cerca del nido esperando, que
de aquellos huevos salieran sus dos crías, la hembra les daba todo su calor día
y noche sin descanso mientras que el macho de vez en cuando le traía comida al
nido para que su pareja se pudiera alimentar.
Pasaron así unos días cuando por fin salieron del aquellos
maravillosos huevos dos polluelos, a cual más hermoso, los padres estaban súper
contentos de ver aquellos maravillosos retoños, todo parecía normal, pero la
desgracia se cebo con esta pareja de águilas, ya que cuando comenzaron a traer
comida para sus hijos se dieron cuenta de que uno de ellos no atinaba a comer,
por más que le dejaran cerca del la comida este no la recogía, se preguntaron cuál
podía ser la causa que su hijo no comiera y descubrieron con mucha tristeza que
es que su polluelo era ciego y no podía ver donde le dejaban la comida.
Subieron a lo más alto del acantilado a tomar una difícil decisión
para ellos y no era otra que desprenderse de ese polluelo con aquella tara física
ya que ellos pensaban que no podría alimentarse ni volar cuando fuera un
adulto, pasaron varias horas antes de que tomaran tan drástica decisión ya que
por un lado estaba el amor de padres pero por otro y estaba la supervivencia de
la especie, y claro esta esto pudo más.
Bajaron al nido y con un gran dolor en su corazón tiraron al
polluelo fuera del para que muriera y no sufriera.
Estos padres continuaron con sus vidas y alimentando con
mucho amor al polluelo que les había quedado.
El pequeño y ciego polluelo de agila en el suelo gritaba
desesperado al no sentir el calor de su nido ni la compañía de su hermano cerca
del, y triste y desvalido se fue caminado despacio hacia una pequeña cueva que
estaba justo debajo de aquel nido del que había sido arrojado.
Por la noche el polluelo continuaba gritando eso si cada vez
mas y mas débil debido a que llevaba varias horas sin probar bocado, cuando por
esas cosas mágicas de la naturaleza paso cerca de él una hermosa hembra de
zorro volador (el zorro volador es una animal de la especie de los murciélagos de
gran tamaño y que se alimenta de vallas y frutas) la hembra escucho aquellos lamentos y ni corta ni perezosa se acerco
al pequeño y lo tomo entre sus garras y se lo llevo al interior de la cueva
donde ella tenía en compañía de su macho a su camada de hijos, se dio cuenta de
que a diferencia de sus retoños este pequeño polluelo de águila no podía colgarse
cabeza abajo cerca de sus retoños por lo que entre ella y su macho le
prepararon una especie de cama a los pies de donde se encontraban sus hijos.
Cuando traían fruta para sus pequeños y les daban en aquel
techo de la cueva nunca se olvidaban de bajarle alguna de estas frutas a su
nuevo pequeño al que querían como si de uno más de sus hijos se tratara. El polluelo
comenzó a crecer al igual que sus hermanos de cueva y comenzó a intentar volar
pero se chocaba contra todo ya que no podía ver lo que delante del había.
Los padres adoptivos de aquel pequeño se dieron cuenta que necesitaba
aun más ayuda que simplemente el darle alimento, y no cortos ni perezosos
comenzaron a explicarle como tenía que hacer para que al gritar y que el sonido
rebotara en las cosas saber que delante tenía un obstáculo, y con mucha
paciencia lo lograron, consiguieron que aquel polluelo de águila supiera volar
usando como usan los murciélagos sus chillidos para saber por dónde tenía que
ir.
Estaban muy orgullosos de lo que habían conseguido ya que no
solo habían sacado adelante a su prole sino que le habían salvado la vida a
aquel pequeñín.
Un día y mientras que este polluelo de águila estaba volando
en busca de comida su nuevo sistema de vuelo le indico que delante del había una
red invisible para los ojos normales pero que si producía eco para que el la
pudiera evitar, además comprobó que en la red estaban atrapadas dos águilas adultas
que chillaban desesperadas intentando liberarse, el no les conocía pero eran
sus verdaderos padres que al no ver aquella red habían caído en ella.
Intento ayudar a que aquellas águilas se soltaran pero le
fue imposible así que se decidió a ir a buscar la ayuda de sus padres adoptivos
y de sus hermanos los zorros voladores y entre todos y con un gran esfuerzo
lograron soltar aquellas dos imponentes águilas.
La pareja de águilas al darse cuenta que aquel era su
polluelo no daban crédito y le dijeron “nosotros te abandonamos a tu suerte
para que te murieras y resulta que tu nos salvas la vida a nosotros” el pequeño
polluelo se rio y les dijo “no siento rencor hacia vosotros ya que hicisteis lo
que creísteis oportuno, pero ahora tengo una nueva familia que me ha enseñado a
ser feliz con mis limitaciones”
Los padres de aquel
polluelo comprendieron las palabras que su hijo les había dicho y para
dar las gracias a toda aquella familia de zorros voladores prometieron no comer
más carne y se pasaron a comer frutas y vallas desde aquel momento.
El polluelo fue adulto y feliz y cuando le toco ser padre lo
fue y fue uno de los mejores padres de águila que os podáis imaginar ya que
aparte de enseñar a sus hijos a volar les enseño su método de vuelo y les
enseño a compartir la vida con sus hermanos de cueva los zorros voladores.
Moraleja: por más dificultades que te pueda dar una tara física,
si pones empeño y tesón lograras vivir feliz y sin ningún tipo de limitaciones.